El derecho fiscal o derecho tributario se entiende como un conjunto de normas jurídicas y financieras que regulan las relaciones públicas para el establecimiento y recaudación de pagos en efectivo obligatorios, individualmente, al presupuesto y fondos extrapresupuestarios del Estado.
El derecho fiscal es una sección independiente de la jurisprudencia y tiene su propio carácter especial. La principal diferencia entre el derecho fiscal y otros tipos de derecho (comercial, civil, etc.) es que el derecho fiscal protege principalmente no los intereses privados del contribuyente, sino los intereses públicos y los intereses del Estado.
El Estado en este caso actúa como sujeto de derecho público, recibiendo de la sociedad la autoridad para determinar y recaudar impuestos, su posterior redistribución, en función de las necesidades sociales.
Características del derecho fiscal
Suficiencia
Los impuestos deben proporcionar ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad.
Un sistema tributario cumple la prueba de adecuación si proporciona suficientes ingresos para satisfacer la demanda de servicios públicos, si el crecimiento de los ingresos cada año es suficiente para financiar el aumento del costo de los servicios y si hay suficiente actividad económica del tipo que se grava para que las tasas pueden mantenerse relativamente bajas.
Simplicidad
Significa que los contribuyentes pueden evitar un laberinto de impuestos, formularios y requisitos de presentación. Un sistema tributario más simple ayuda a los contribuyentes a comprender mejor el sistema y reduce los costos de cumplimiento.
La transparencia
- Los contribuyentes pueden encontrar fácilmente información sobre el sistema tributario y cómo se utiliza el dinero de los impuestos. Cuando el derecho fiscal es transparente, se sabe quién está pagando impuestos, cuánto está pagando y qué se está haciendo con el dinero.
- También se puede averiguar quién (en términos generales) paga el impuesto y quién se beneficia de las exenciones, deducciones y créditos fiscales.
Facilidad administrativa
El sistema tributario no es demasiado complicado ni costoso ni para los contribuyentes ni para los recaudadores de impuestos. Las reglas son bien conocidas y bastante simples, las formas no son demasiado complicadas, el Estado puede saber si los impuestos se pagan a tiempo y correctamente, y el estado puede realizar auditorías de manera justa y eficiente.
El costo de recaudar un impuesto debe ser muy pequeño en relación con la cantidad recaudada.
Flexibilidad
La estructura general del derecho fiscal debe tener flexibilidad incorporada para permitir cambios en las condiciones cambiantes de una economía dinámica.
Debería ser posible agregar o eliminar un impuesto sin destruir todo el sistema y su efecto de equilibrio. Una estructura fiscal rígida es muy insatisfactoria.
Los impuestos deben satisfacer las necesidades cambiantes del gobierno moderno. La capacidad de adaptarse a las condiciones dinámicas de una economía es una virtud de un buen sistema tributario.
Debe causar un sacrificio mínimo
En un buen sistema tributario, los impuestos se reparten entre los contribuyentes en función de su capacidad de pago. Debe ser razonablemente progresivo para minimizar la brecha entre el ingreso y la riqueza en la comunidad y así asegurar una mejor distribución.
En otras palabras, no debe incluir solo impuestos progresivos, regresivos o proporcionales, sino una combinación saludable de todos esos impuestos. Asimismo, debe existir un equilibrio de impuestos directos e indirectos.
Universales
- En un buen sistema tributario, los impuestos son universales en el sentido de que las personas con igual capacidad de pago son tratadas por igual sin discriminación alguna. Sin embargo, este atributo está parcialmente ausente en algunos sistemas tributarios del mundo. Por ejemplo, el impuesto sobre la renta no es universal en algunos países tercermundistas, ya que no se aplica ningún impuesto sobre la renta a cierto tipo de ingresos.
- Por eso el derecho fiscal debe contener una preponderancia de buenos impuestos que satisfagan la mayoría de los cánones fiscales. Es decir, los impuestos recaudados deben ser más o menos razonables, cómodos de pagar, económicos, seguros, productivos, flexibles y en la medida de lo posible.
La apreciación de los derechos y problemas del contribuyente
Un buen sistema tributario debe contener la mayoría de los impuestos, que tienen un buen impacto en la producción y una distribución equitativa de la renta y la riqueza nacional. Para lograr los objetivos de una buena política social, el derecho fiscal juega un papel muy importante.
Debe equilibrar efectivamente la ponderación y la carga fiscal. La ponderación se refiere a sacrificios absolutos en términos del poder adquisitivo de los ingresos reales a los que renuncia el contribuyente.
La carga implica la capacidad relativa del contribuyente para soportar el impuesto. Por lo tanto, el sistema tributario debe incluir impuestos estrictamente relacionados con la capacidad de pago del contribuyente.
En un buen sistema tributario debería haber una doble ilusión de que los ricos deberían pagar más de lo que creen que deberían, para que los ricos estén contentos y los pobres se vuelvan virtuosos. De esta manera, se mantiene el incentivo para trabajar y ahorrar.